Con guerras, injusticias, asesinatos, un caos geopolítico con mandatarios que sorprenden porque hoy dicen A, y mañana B, y no sobre cuestiones menores; con ese trasfondo, empieza a notarse un remolino neuronal que lleva a picotear de la diversidad de urgencias sin poder pensarlas con serenidad. Son momentos en los que lo emocional irrumpe, se
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“La Criatura” de Víctor Frankenstein, su nexo creador/creado, padre/hijo, autoridad/desafío entraña un cierto paralelismo con la relación humano/inteligencia artificial de la que tantas páginas, libros y conferencias están surgiendo por doquier. Es decir, hay una inquietud en el poder del humano para crear un ser no vivo -diferencia con la criatura- más potente que él,
“Por todo esto, nuestra lucha tiene que empezar por reapropiarnos de nuestro cuerpo, por revaluar y redescubrir su capacidad de resistencia y por expandir y celebrar sus poderes, individual y colectivamente. El baile es esencial para esta reapropiación. En esencia, el acto de bailar es una exploración y una invención de lo que puede hacer
Los estados con mayor potencial bélico han visto aumentar su poder de destrucción, dicen que, de manera casi quirúrgica, gracias al desarrollo tecnológico en el que destaca la denominada inteligencia artificial. Este poderío ha contribuido a crear esta situación de guerra “caliente” a nivel mundial. Es como si la amenaza de que algún desnortado mandatario
Los humanos nos habitamos el mundo; siendo el agente de un destrozo sin vuelta atrás de la naturaleza, hemos provocado tal metamorfosis que no hallamos ni lugar para nosotros mismos. La naturaleza era, el mundo es nuestra apropiación de ella. La forma en que hemos pretendido hacerla más adaptable para nosotros, sin tener conciencia hasta
Tras leer un estudio de la poesía de Artaud[1] y su guerra contra las normalidades, no he podido obviar la cuestión que surge inmediatamente: ¿cuáles son las normalidades, hoy? Cada época tiene las suyas, aunque tengan en común siempre la presencia de una estructura impuesta cuya lógica subyacente se deshace a zarpazos de l@s que
La palabra, ese privilegio humano, una vez dicha se filtra por los oídos del otro, mas no es la fonética lo único que alerta la facultad de comprender del receptor, sino el significado. Es éste el que procesado y revelado tiene un poder transformador. O sea, el lenguaje funciona como una catapulta hacia la modificación.
“Quiero, pero no puedo”. A veces, cuando me pongo supinamente quisquillosa, me pregunto si este querer, que se frustra en el no poder, constituye un auténtico querer. Es decir ¿no será que quiero X, pero no quiero llevar a cabo el proceso -le llamaremos Y- necesario para conseguirlo? Esta autocrítica es pertinente si consideramos que,
Escalofriante carta del padre del «teatro de la crueldad» a los directores de lo que durante siglos se denominaron manicomios. El encierro de personas que hoy diríamos están siendo juzgadas desde los neurotípicos y, por ende, incomprendidos, excluidos por no ser normativos, y como señaló posteriormente Foucault, encerrados por el poder para «normalizarlos» por ser









