La angustia acomete lenta, unas veces, y súbitamente otras en el interior del individuo como manifestación de un abismo existencial. Para Heidegger era, de hecho, la aparición óntica de la nada; si podíamos hablar, decía el pensador alemán, de la nada de forma equivalente al ser, era precisamente por esta manifestación a través de la
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Para Kierkegaard, “la enfermedad del hombre se debe a que carece de un centro de gravedad interior, lo que le impide mantenerse a flote. La inadecuación hegeliana que arrastra consigo la tragedia se transforma ahora en la desproporción que anuncia la desesperación. Lo que ocurre es que la desesperación, a diferencia de la tragedia, no