Que alguien no sienta ningún tipo de satisfacción retratándose puede situarlo como un “fuera de su tiempo” o, quizás más apropiado, como alguien que no se reconoce en una imagen gráfica de sí mismo. Aun habitando una cultura más de instantáneas que de palabras –la imagen fluye con rapidez, la palabra perdura aunque con más
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Hay un sentimiento de vacío existencial propio del humano que bien podría ser el motor que da cobertura a un sistema económico entregado a llenarnos el tiempo de ocio mediante el consumo de “cosas” que nos alejen de la actividad reflexiva y disuelvan la percepción de ese hueco abisal. Pero, existe paralelamente un sentimiento crónico
Al margen del debate existencialista sobre si la existencia precede o no a la esencia, cruje actualmente la distinción entre esa existencia y la vida. Porque podemos parasitar con una existencia que haya constituido lo que somos –nuestra esencia- habitando el mundo como zombis, vacíos del sentido que hace del existir vida.
Hay quien no entiende aún qué significa regurgitar la acidez vacua de la existencia. Solo necesita más tiempo.
“Si la muerte no fuese algo así como una solución, no hay duda de que los vivos hubieran encontrado la manera de eludirla” Cioran, Desgarradura Algunos dirán: trasnochado Cioran, humano demasiado humano. Porque la Tranhumanidad confía de tal manera en el desarrollo científico que buscan esa inmortalidad que conciben como el triunfo definitivo. ¿Cómo no
El amor es una osadía utópica para la naturaleza humana, cuyo espejismo satisface la urgente necesidad de acallar el vacío existencial.
Proporcionadle una satisfacción económica tal que no tenga que hacer otra cosa sino dormir, comer bollos y procurar que la historia universal no se interrumpa, colmadlo de todos los bienes de la tierra y sumergidlo en la felicidad hasta la raíz de los cabellos: pequeñas burbujas se elevarán y estallarán en la superficie de esa
La avidez de tener deriva en el pánico a perder, estando vacío
El flujo imprescindible de la memoria se detiene y nos deja siendo un presente conturbado, sin el rastro preciso de quién fuimos y cómo derivamos. Solo nos resta ser, con tanta actualidad que parecemos botados desde una nada impensable.
¿Si en nuestra naturaleza yace el haber, por azar, sido engendrados para necesariamente morir, cómo metabolizar la castrante contingencia? No cabe exigir a lo posible sentirse necesario, ni es lícito vivir, en consecuencia, como si fuésemos, antes de ser, añorados.