Hemos ido caminando por una ladera agreste y escarpada, ya que toda comprensión es perspectiva o «ladera» propia, y, desafiando a Sísifo, nos hemos mantenido estables en un cierto nivel de la subida, con retrocesos y avances, pero equilibrados. Con una carga pesada que yo llevaba en la espalda y tú aguantabas. Lastre más liviano
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“La esperanza es lo último que se pierde” es una frase hecha[1], que se dice popularmente, cuyo contenido es paradójico. La utilizamos cuando no nos queda nada, y aún así queremos algo que nos consuele. Cumple, en este sentido, una función que elude la asunción de lo que hay, deseando algo que siempre esperamos porque
Desahuciar no solo significa despedir al inquilino o arrendatario mediante una acción legal (RAE), o en términos más significativos echar y dejar viviendo a la intemperie a una familia con niños, a personas discapacitadas y a cualquiera que no tenga los medios económicos para sufragar un alquiler, que en el caso de Barcelona puede llagar
El abismo es un concepto-límite que deslinda lo soportable de lo insoportable, es decir aquello que puede ser sostenido por el humano de aquello que lo desborda. Si pretendiésemos decir algo sobre lo que es el abismo, usado en su acepción de realidad inmensa e incomprensible, el lenguaje toparía con la misma insuficiencia que el
Una embestida a traición, mientras mis dedos resiguen las líneas de tinta vertidas por un espíritu ávido de rastrear lo grisáceo. Azarada y temerosa por la imposibilidad inmediata de identificar la razón de semejante acometida, me desprendo del tesoro escrito precipitándolo a su fortuna o su infortunio. Erecta y con el radar de la vista
Hay despedidas que se tiñen de ironías punzantes, que a su vez evidencian la rabia por el deseo negado que genera la separación. Indican la dificultad de aceptar un cambio esencial en la naturaleza de esa relación que se ve truncada, tal y como se había desarrollado, hasta ese punto de inflexión. Quien dramatiza o
Cuando la desesperación se apodera del negruzco horizonte, se asenderea el abismo que no es vía alguna transitable, sino la inmaterialidad incomprensible que se revela como el vacío más punzante. Ubicados en ese casi letal laberinto mental no nos queda más que entregarnos a la abisal realidad o lograr amortiguar con lenitivos y engaños ese
Es más difícil no precipitarse al borde del abismo que dejarse engullir por él.
El abismo es el límite en el que algunos retroceden para recuperar la vida, otros lo abrazan.
Asolados por una obsesión, casi maniaca, algunos políticos nos llevan, no al abismo del que ya nos hemos precipitado, sino directamente al vertedero.