La existencia se consume sin remisión, ni prórrogas indulgentes. Desconociendo su tiempo, no es procrastinar la más lúcida de las actitudes. Cierto es que no siempre lo pendiente está únicamente en nuestro campo de acción, pero sí que nos corresponde intentar lo que se halle a nuestro alcance, porque lo que resta en la conciencia será
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Estremecido por las noticias que emitía la televisión, se vio forzado a desconectar la “caja tonta”—que cada vez percibía como más hábil y sutilmente manipuladora de la opinión pública—. Así que abandonando el sofá, se desplazó hacia la cama para intentar deleitarse con una lectura. Siendo amante de los clásicos decidió enfrentarse a “El
Algunas veces me agota escribir, otras me satura no hacerlo. Será porque algunos vadeamos entre la posición óntica asignada y la negación obcecada de alternativas, persistiendo en el desguace de la insatisfacción como si paradójicamente nos gratificara. Ostentamos un antagonismo sustancial como si esa radicalidad fuese un gesto de heroicidad. Y solo la experiencia nos
El dolor es una experiencia universal en los humanos que moldea y perfila formas de subsistencia más livianas. Si su origen es físico, su persistencia, desemboca en dolor psíquico que, al entrelazarse, produce una simbiosis inexorable. Si, por el contrario su generación es de naturaleza mental acaba provocando –si permanece si resolución- una somatización que
Una marejada interna anuncia una explosión de impulsos refrenados, reprimidos, controlados; y todo ello en pro de una falaz, pero exigida, serenidad que amanse el descontrol ajeno. Siempre ejerciendo el rol que nos ha sido asignado, enmascarando, difuminando aquello que somos en bruto, sin el filtro de un entorno, unas circunstancias que, no nos mutan
Percibir el sosiego de otro, casi propio, estimula el descanso anhelado en el diván de la conciencia.
La susodicha calma que sigue a la tempestad es tragedia y desamparo, aunque de apariencia tranquila al haber arrasado incluso con las fuerzas de los supervivientes. El sosiego no deviene como el vómito de una convulsión, sino del tiempo sostenido plácidamente entre las sienes.


