Ser prudentes no es solo una virtud, sino una exigencia adaptativa consistente en preservar un cierto grado de sospecha vital. Porque quien tantea lo que le rodea, para ponderar lo que sucede, debe poseer la habilidad de dudar de lo verosímil y ejercer un intenso escrutinio sobre lo que se muestra diáfano.
Esta perspicacia previene de decepciones, desencantos y falsas percepciones que dotan de realismo a la existencia. Y es que siempre estamos en riesgo: una amenaza con subterfugios que carcome sutilmente la esperanza infundada de que los humanos queramos, ciertamente, actuar moralmente. Esto último es también difícil de discernir en qué consiste; por eso contemplar los aspectos antagónicos de la miseria humana nos evita sinsabores que merman nuestra propia consistencia.
Para ilustrarlo, pensemos en aquellas personas en las que confiamos. A veces, estas se encuentran sumergidas en una amalgama de acontecimientos que solo admiten decisiones dicotómicas: o priorizo el bien del otro, o el propio. Y en esta tesitura no solo se ven invadidos por el egoísmo, sino también por el pánico al sufrimiento, a la desventura. Es, por tanto, comprensible que su acción nos cause daño y desdicha. Así, es de ser prudente, no verse azotado por el desengaño de la ingenuidad, sino estar avezados en el arte de fortalecerse antes que sucumbir en la decadencia de la frustración.
En resumen, ser prudente es ser realista ante la posibilidad del mal, venga de donde venga, para no sentirse atizado por la inocencia de que el hombre es bueno por naturaleza.
Aquí, podríamos enredarnos en la disquisición de si la actitud mencionada es pesimismo atroz, sobre todo si la perspectiva del otro es claramente optimista. Pero, acaso deberíamos recordar que el pesimista es quien insiste en los aspectos negativos de la realidad y el predominio del mal sobre el bien, que no es exactamente a lo que nos referimos con el término prudencia.
El pesimista es quien desea ver lo negativo o malo, el prudente es un realista que contempla la posibilidad de que acontezcan uno de los polos opuestos, e inclusive de que se fundan simultáneamente dando como resultante un suceso híbrido que podrá ser visto de diversas maneras. Pero, en cualquier caso alguien con la conciencia nítida de la ambivalencia humana desde el punto de vista moral, porque unos velan por su dignidad y otros por su posición social.
Ay, como alguien dijo una vez, el ser humano vive en estado de contradicción. No es de esto de lo que trata –o de lo que trata en exclusiva– tu artículo, pero a mi me evocó ese aforismo, y este otro de mi padre: espera lo mejor de los demás, pero estate preparado para lo peor. Un saludo, Ana.
PS: disfruto mucho tu prosa; ese primer párrafo me parece sensacional.
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Gracias de nuevo!!!!!
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