Quien sobrevive a una tragedia no solo se ve acosado por la culpa que conlleva el privilegio de haber superado el infierno, sino por la lacra del maltrato recibido, la humillación, el desprecio, el ninguneo y la desvaloración que se encarnan en un vacío crónico de amor propio y de sentido existencial.
Categoría: Anagramas
Sobrevuelo un estado de mi yo que de languidez y letargo pierde vida y así consigo mantener cierto sosiego y corrección formal. Esa distancia que impongo con la altura y la falta de contacto anestesia la sensibilidad y solo veo el terror, pero no lo padezco, exiliado en esa tierra baja donde ahogo la respiración
La culpa viene provocada por una acción u omisión que genera un daño a otros y por el cual sentimos ser responsables. Es más perniciosa cuanto más opera a un nivel inconsciente y nos hace actuar para reparar el supuesto daño seamos o no los causantes. Lo cierto es que nos sentimos responsables de un
Las despedidas son siempre interrogantes que merodean por el miedo oculto de que esta sea definitiva, por abandono o por imperativo externo. Los modos formales de afrontarlas son diversos según las capacidades de manejo impostado de los sujetos, pero hay un lugar común y universal que es el temor a que no se produzca el
Mientras haya desamparo en el hondo oscuro de la mirada; nadie, ningún ser nunca se habrá liberado de la angustia por el sentido del vivir. Porque, aun suponiendo, que fuéramos sicarios de todo intento metafísico, al reiniciar ese tránsito “post”, en el que ahora nos hallamos, convulsionaríamos reverberando supuestos post-metafísicos, hartamente axiomáticos. Quien no sabe:
Aquel que transita por la noche con la voluntad de zafarse del día después, ansía una soledad anónima, llena de otras huidizas voluntades, con quien poder callar, sin más, o dialogar, sin menos. No es grata la marcha por un día lleno de otros, ávidos de interacción contingente y vana, que no entienden el silencio
Desde las lágrimas ácidas vertidas ante la fragilidad del yo, tal vez intuyamos que esa naturaleza cristalina se emparenta con la carencia, la falta de algo que cubre una necesidad. Así, la penuria en la que sucumbe el yo, como si de arenas movedizas se tratara, es la inconsistencia de su estructura cuyo fortalecimiento, por
La duda sobre la veracidad de la interpretación-ideas o relatos- que elaboramos sobre el acontecer se aplica indiscriminadamente. Si no fuera así, el método escéptico de depuración sería inútil porque al no filtrar con el mismo tamiz todo pensamiento, el grado de certeza sería inconmensurable, y no toda idea estaría sustentada con el mismo rigor.
Si al escribir, el poeta, el filósofo, el literato,… zanjaran toda distinción entre su yo escribiente y su yo biográfico, o tal vez diríamos existencial, nada, de los vertido desde esa mente única, sería de interés. Hay quien confunde y reduce el primer nivel al segundo, fusionando lo escrito con el escritor. Por otro lado
Si casi se deja de existir, para los otros, entre indiferencias silenciosas, se es, por supuesto, pero no apáticamente, el mismo. Se sostiene la identidad que distingue de lo no-yo, eso tan propio que los otros han ignorado como alteridad que exige ser mirada; ahora se padece melancolía y decaimiento, sin entender esa dinámica arbitraria