Hay días que rasgan el calendario para toda la eternidad. Y ese jirón, que se replica automáticamente en cada nuevo año, puede tener significados diversos para cada uno. Diría que todos tenemos un día roto -al menos- y que nuestro interior se prepara ante su llegada, se instala plenamente la jornada en cuestión, y luego
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Tu presencia es abrumadora, de ahí que tu ausencia sea tan lacerante. Y siempre permanecerás pululando como un aroma en el aire, otra posibilidad no hay. Respiro el rastro que has dejado para poder oxigenarme y eso me vivifica y me mortifica, porque es esa inspiración de los gases de tu disposición que me apremia
Parafraseando a Simone Weill[1], filósofa destaca del S.XX, un Dios ausente es el único Dios auténticamente presente, pues la ausencia aparente de Dios es su realidad. Dicho esto, puede deducirse que la figura de Dios de la que habla Weill se aleja de esa función consoladora y hecha a medida de la necesidad humana por
La ausencia es un silencio sostenido; con presencia o no corpórea se inocula en las profundidades del otro como un desprecio. Solo puede quebrarse a voluntad de quien se ha difuminado, con un gesto, una palabra oportuna. Un requiebro que espolee la melancolía ajena menoscabándola, y despertarla súbitamente de esa turbia pesadilla que el ausente
Fotografía realizada por Montserrat Bassas. Sin filtros. Girasoles, como la vida.
Estar ausente es un no-estar; es un oxímoron aranero ya que la ausencia solo es el rastro de quien estuvo, pero ya no está. Quizás el uso de esa expresión es una forma de resistencia que sostenemos para no aceptar esa nada que nadea todo cuanto hubo en un tiempo anterior. Somos seres en relación
Me sorprende y a la vez me intriga que haya intelectuales que desarrollen discursos inacabables sobre “Dios”. En particular filósofos que considero de enjundia y cuyas reflexiones en otros aferes son admirables, al margen de que se pueda o no disentir en algunos aspectos. El caso es que siempre me he preguntado ¿de qué hablan?
Rastreo, desalado y ávido, entre los recuerdos olvidados algún gesto afectuoso o similar, que pueda revelarme el lugar que ocupaba en tu interior. Tan solo poseo la apariencia de una esfinge que me remite a ti, fría y rígida, casi marmórea diría. Erigida en la autoridad divina que exigía alabanza y loa, rostros fascinados ante
Ayer, experimenté un efecto diabólico que, quizás porque rebusco donde nada hay, me dejó algo perpleja. Publiqué en este blog una entrada sobre las “Pérdidas” que tan solo tuvo unas horas de vida, porque la estupidez informática provocó su pérdida, con lo cual supongo que algunos os topasteis con el mensajillo de “no se ha
Acaso desconoces la espera de esas niñas creciditas, que ya se tiñen las canas, y por ello las alumbra la madurez de la humildad, la comprensión y la aceptación de cómo sea, quien sea. Distintas, entremezcladas y unidas por un pasado común que protegen entrañablemente, aúnan sus habilidades de búsqueda para agostar la dilación de









