Deseamos por carencia, no de tener, sino de ser. El motor de la existencia es el deseo, si este aspirase a tener posiblemente su fuerza se debilitaría hasta desaparece. De ahí que, siendo la falta de ser lo que nos mueve, lo que deseamos, la existencia queda garantizada por la imposibilidad de completar esa carencia.
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Había recorrido muchos senderos, algunos extremadamente fangosos. Las piernas, el cuerpo entero se le había quedado pesado, dolorido, con las articulaciones secas incapaces de articular órgano alguno. Tanto anduvo que creía haber agotado todos los lugares posibles. Tan solo poseía conciencia del cansancio, que intentaba combatir con una voluntad que ya tampoco era tan férrea.
Los bosques espesos tienden a ocultar la diversidad de elementos que en ellos se hallan. Ese fue el motivo por el cual James decidió cambiar su hábitat y, huyendo aterrorizado de la urbe, se trasladó a un lugar anónimo. Construyó una especie de cabaña con ramas y maleza, buscó la manera de apañar un lecho
Dicen que la curiosidad mató al gato y se añadió posteriormente -en el S.XX- que la satisfacción lo trajo de vuelta.[1] No sé si es mi caso exactamente, pero sí que tardé bastante en volver. Es decir, que aquello que despertó mi deseo de entender me ha llevado largas horas de dedicación y búsqueda. Hago
El esfuerzo, la dedicación, el desvelo, con plena conciencia, por dar a tus hijos lo mejor de ti, y si cabe lo que ni tan solo tienes, nunca son suficientes. Ellos se afanan por desvelar lo que no les diste, las carencias que tienen. Quizás porque son los hijos de una generación de “derechos”, más
La escasez, siendo siempre carencia de un algo necesario, es fuente de dolor. Esta falta puede ser material o de lo que nutre nuestra psique para su estabilidad. Cierto es que no puede ser establecido un principio general sobre qué tipo de carencia es más demoledora, ya que la escasez presenta grados o intensidades y
Rastreo, desalado y ávido, entre los recuerdos olvidados algún gesto afectuoso o similar, que pueda revelarme el lugar que ocupaba en tu interior. Tan solo poseo la apariencia de una esfinge que me remite a ti, fría y rígida, casi marmórea diría. Erigida en la autoridad divina que exigía alabanza y loa, rostros fascinados ante









