¿Qué es un escrito si nadie lo lee? ¿Lo escrito se graba para ser leído? ¿Y si no hay más lector que su autor? Quizás las palabras permanecen recluidas en el campo del significado subjetivo de quien tejió esas frases, posiblemente con el ánimo de que alguien les diera vida propia. Hay quien dice que
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Hay una burbujeante demanda interna, y alguna externa, de borbotear cuanto sé que he vivido. Y, lo sé, porque lo siento, lo llevo grabado -para bien y para mal- en las conexiones neuronales que esas experiencias surcaron en mi cerebro. A veces, nos consideramos demasiado importantes; necesitamos un golpe de lo real para redescubrirnos continuamente
“Quiero, pero no puedo”. A veces, cuando me pongo supinamente quisquillosa, me pregunto si este querer, que se frustra en el no poder, constituye un auténtico querer. Es decir ¿no será que quiero X, pero no quiero llevar a cabo el proceso -le llamaremos Y- necesario para conseguirlo? Esta autocrítica es pertinente si consideramos que,
Resistirse a escribir cuando sobreviene un reflujo que expele palabras, es un esfuerzo abocado al fracaso. ¡Hay tanto fluyendo interiormente! A veces, harto difuso y confuso; y es, entonces, cuando despojarse de cuanto se agolpa y nidifica en ese yo atormentado, puede resultar clarificador para quien está sufriendo esa convulsión creativa. Escribir, expresar, comunicar: para
Cuando una futura o supuesta novela que está en curso, tras mucho tiempo de haberla iniciado, avanza a trompicones sin poder evitarlo; con vacíos prolongados en los que nada germina; aunque permanezca incisiva en ese rincón desasosegado de la mente que parece luchar por descubrir lo que aún no es, produce una desazón intensa por
En una entrevista, conversación distendida, que mantuve hace unos días con Byron Mural en su programa ENTRE LETRAS, LIBROS Y OTROS MUNDOS, me invitó a dar un consejo a aquellos escritores que publicaban por primera vez y esperaban que su obra fuera un super ventas -eludo intencionadamente los anglicismos[1] porque me generan una tiricia aguda-.
Estimados lectores: Llegadas estas fiestas navideñas me tomaré un receso hasta el 7 de enero a partir del cual os comunicaré algunos cambios que habrá en el calendario de publicaciones en este blog que, habitualmente, dejará de ser diario. Los que estáis inmersos como escritores blogueros sabéis del esfuerzo y la cantidad de tiempo que
Algunas veces me agota escribir, otras me satura no hacerlo. Será porque algunos vadeamos entre la posición óntica asignada y la negación obcecada de alternativas, persistiendo en el desguace de la insatisfacción como si paradójicamente nos gratificara. Ostentamos un antagonismo sustancial como si esa radicalidad fuese un gesto de heroicidad. Y solo la experiencia nos
Hace unos días me topé con una viñeta en las redes en la que un señor se lamentaba de que ya nadie leía, que ahora todos escribían. Me arrancó una carcajada espontánea porque entendí que, tras esa ironía, yacía una constatación bastante verosímil. Ciertamente, solo unos pocos selectos escritores viven de las obras que publican.
La escritura es la forma lingüística mediante la cual expresamos quimeras, angustias, desazones y una diversidad de inquietudes que rebuscan su plasmación estética; tal vez como una resolución catártica. Quien juzga a todo escritor que tiene la voluntad y el deseo de publicar como individuos narcisistas y egocéntricos que solo buscan la fama, ignora absolutamente









