Mientras el deseo, la voluntad y en definitiva el yo se despliega sin oposición no hay alteridad ni conciencia de ella. Diríamos que no hay límites para la expansión del yo, que todo parece “ser yo”. Así, en el momento en que el deseo y la voluntad notan resistencia, reacción contra su extensión, el yo
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Estar con los otros es la única manera de intentar vivir, sin embargo, a veces, la creencia de con quién puedes estar se convierte en un dardo envenenado. Mientras tú presupones, por lo que el otro dice, que las reglas del juego de vivir son unas, sientes a traición un quebranto de esas reglas implícitas,
“Lo real nos indica esa perforación material que nuestra propia animalidad humana lleva a cuestas para ser dicha animalidad, o si queremos lo podemos decir de esta manera por ser animales inteligentes, somos libres, esto es, al ser inteligentes sentimos nuestra propia perforación inespecífica que nos constituye, y a la vez, constituye todo: lo real
Un hueco, que no es tal porque nada contiene y en consecuencia está falto de oquedad, anida persistentemente en mí. No soy más que la experiencia emocional acumulada, carente de pensamiento elaborado, nutrida mi memoria de lo que preservé, lo que aprendí y asimilé de los otros. Me envuelve una ausencia de asideros, como si
Desde la perspectiva de las filosofías fragmentarias, como aquí las hemos denominado, merece especial atención la Filosofía de la proximidad desarrollada por J.M.Esquirol.[1] Según afirma, la resistencia íntima es una experiencia, opuesta a la monocromía ubicua del mundo tecnificado, donde el gesto y la cotidianidad son los que sostienen al individuo en su particularidad e
La presencia interiorizada del otro, el ausente, quizás se sienta como necesidad, falta o carencia. Mas si el estar en la mente se percibe como vacuidad ¿qué reparación de la pérdida se produce? Ninguna, tan solo una llaga vívida ante la que solo nos resta procurarnos el olvido del otro. Seguir existiendo como si nunca
La ternura es una emoción bien escasa en un mundo colmado de crueldad e insensibilidad, necesarias ambas para resistir a las contingencias ruinosas que suelen esparcirse por doquier. Pero, por fortuna, esos ínfimos, micros espacios en los que nos vemos atrapados por esa terneza vivificante, son reductos privilegiados que perduran en nuestra memoria emocional como
Hay quien cree estar preparado para casi todo, se siente con la fortaleza de afrontar las turbulencias más desaforadas. Acaso porque carecen de empatía con quienes las han padecido, y no atisban la inmensidad de determinados aconteceres. En cualquier caso, nunca se apercibirán que la necesidad de negarse a uno mismo, para el reconocimiento del
“Pues lo que un hombre es por sí mismo, lo que le acompaña en la soledad y nadie puede darle o arrebatarle es manifiestamente más importante para él que lo que pueda poseer o ser a ojos de los demás” Arthur Schopenhauer, Aforismos sobre la sabiduría de la vida, cap. 1 Lo más significativo de






