Publicado anteriormente en enero de 2019 Fracasar es parecido a morirse: te libera tanto como morirte, solo que te deja la conciencia necesaria para disfrutar de esa liviandad, de esa falta de necesidad que tienen los muertos. Y te da la posibilidad de estirar hasta lo indecible tus últimas palabras. (…)Quizá deba llevar la coherencia
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El próximos diez de diciembre se conmemoran sesenta y cinco años de la utópica declaración de intenciones, consecuencia de las atrocidades de la segunda guerra mundial. Huelga decir que su pretensión de “universalidad” vuelve a ser un imperativo cultural y moral de occidente hacia otras culturas, aunque “de facto” participasen países de diferentes latitudes.[1] Para
Sentirse desbordada por la cantidad de libros que se tienen a medio leer, y todos los que están pendientes de ser leídos, que aguardan pacientemente su turno, aposentados en una mesita empolvada, puede generar una cierta angustia por la impotencia o la incapacidad de afrontar con éxito el reto de rebosarnos de ideas, contenidos y
Entrada publicada en agosto de 2018, revisada. Solo en el silencio murmuran los quejumbrosos gemidos de la orfandad de sentido. Acaso, sea el ruido la fuga más común de los que carecen incluso de conciencia del trágico desatino de existir. Neutralizando el estruendo aumentamos el riesgo de renunciar a ser, por ello entronizamos un sistema
El humano es la quiebra de la arrogancia, como entes sometidos a ese mundo que anhelamos dominar, acabamos siendo carencia porque nada nos satisface. Desatendiendo a los propios límites, el fracaso nos atiza con un látigo de realismo para que nos reconozcamos nimios, insignificantes vivientes que bracean por no hundirse en la nada; esa que
El mundo se halla bajo sospecha, esa que nos advierte de imposturas maquilladas de veracidad, de sucesos a los que accedemos indirecta y tendenciosamente narrados, de complejas redes engarzadas que subrepticiamente nos muestran lo que debe ser asimilado, en pro de los intereses ocultos, y repudiado en coherencia con el discurso impuesto, que legitima los
Fracasar es parecido a morirse: te libera tanto como morirte, solo que te deja la conciencia necesaria para disfrutar de esa liviandad, de esa falta de necesidad que tienen los muertos. Y te da la posibilidad de estirar hasta lo indecible tus últimas palabras. (…)Quizá deba llevar la coherencia de la frase hasta su fin
El fracaso vital emerge cuando logrado todo, se siente ser nada, o no-ser, o lo equivalente: una vacuidad incomprensible deudora de un malogrado sentido.
Si las divergencias ideológicas o metaideológicas desbalagan los lazos afectivos incardinados en los piélagos más íntimos y nutridos, habremos fracasado como sujetos humanos potencialmente capaces de objetivar las cosas, y establecer lo fundamental y lo secundario.
Cuando utilizando la dialéctica de la inversión constatamos que las condiciones de posibilidad de “un algo” es lo que paradójicamente lo hace a su vez imposible –porque al realizarlo lo invierte- , podemos estar barrando definitivamente el sentido propio de todo cuanto hay, o como hiciera Derrida, catapultarnos al desafío del exceso, es decir de




