Solo quien cree que pudiera haber un infierno para los auténticos culpables, es decir, aquellos de mala voluntad, temen morir. Los que viven con una conciencia reposada, aunque tal vez ignorados, o los que no creen en justicia cósmica alguna, sino en la simple transformación de la materia inerte, asumen que no hay infierno mayor
Etiqueta: miedo
El escarceo reiterado, pero sin convicción, por rastrear el interior, es una agonía inútil.
Se ha extendido por doquier una crispación que no nos pertenece, que no se gestó del trato con lo ajeno, ya que por el contrario convivieron años elaborando una comprensión que acabó difuminando la otredad por motivos de origen. Los catalanes que vivían y convivían dialogaban y se respetaban incluso difiriendo en cuestiones políticas. Hay
Al no disponer de la sabiduría que permite ver los acontecimientos desde la auténtica trascendencia que tienen, restamos enredados en la intensidad de lo que sucede. Quien crea que se mantiene ajeno al transcurrir alterado y turbulento tal vez sea indiferente y no sabio, por eso sus divagaciones no se anuden con los hilos desgarrados
Los formalismos encubren el alma de una cordialidad educada, pero que como impostación social impide discernir la veracidad que guarda. Así, todo formalismo o encuadre preestablecido que oriente las relaciones humanes las enturbia de una nebulosa de ambivalencia que difícilmente permite vislumbrar hasta donde llegar el decoro y hasta donde la veracidad de lo manifestado.
El miedo al ridículo es el pavor más básico que expresa la inseguridad de no ser aceptado por no cubrir las expectativas del entorno. Se concreta es aspectos tan sencillos como no andar bien, no tener el tono de voz adecuado, parecer feo, no ser simpático o serlo en exceso, mostrarse tímido y no acertar
No actuar es inhibirse de interferir en lo que sucede, por voluntad propia. Es por tanto, una decisión que acarrea consecuencias de las que somos tan responsables como si hubiéramos actuado. Por ello cuando asumimos el rol de observador ante un hecho de maltrato o de injusticia flagrante, nuestra no intervención no nos exime de
Hay un espacio repleto de lo incógnito entre los enseres de esa habitación que no eres tú, que no soy yo, aunque nos rodea y nos apercibimos girando la vista, por si en un vano descuido avistamos algo. Percibimos etéreos estímulos que no sabemos traducir, e intentamos conjuntamente retenerlos, para que ese instante nos permita
Epicuro, con el propósito de reducir la angustia de muchos, decía que la muerte no es de por sí temible. Si estoy vivo porque no puedo temer lo que no está presente –y es obvio que si yo estoy ella no está- Si estoy muerto porque al no estar yo, no siento nada y en