Dice Platón en su diálogo “La Apología de Sócrates”, por boca de este último, que: “(…) temer a la muerte no es otra cosa que creer ser sabio sin serlo, pues es lo mismo que creer saber lo que no se sabe: nadie sabe ni siquiera si la muerte es para el hombre el mayor
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«Mi persona -esa dualidad que me habita- parece poseer una expresión facial que reza: ‘Hinca tu aguijón en esa herida sangrante que no cicatriza, en la que se aúnan las bacterias del rechazo y el desamparo inoculando el suplicio de sentir cada átomo con extrema intensidad, para sufrir, dolerse y padecerse’» Ana de Lacalle “Híbrido”
Recupero un artículo publicado en el año 2016, por la actualidad y el paralelismo que hoy podemos establecer con la I.A. Cuando en el SV.a.c Sócrates expresó su temor, a través del mito egipcio de Toth*, de las posibles consecuencias negativas que podría traer consigo la universalización de la escritura, estaba ejerciendo, una vez más,
FUENTE DE LA IMAGEN: https://www.zendalibros.com/socrates-el-sabio-que-no-sabia-nada/ Bellas palabras de un gran lector y conocedor de la filosofía griega y, por ende, de Sócrates, cuya lectura recomiendo por revelarnos aspectos del pensador griego poco explicitados; y cuestiones que nos sugiere relectura. Pierre Hadot, Elogio de Sócrates Ed. Paidós, trad. Ana Millán Risco (…) Sócrates se enmascara a sí
Stefan Zweig en su obra Momentos estelares de la humanidad, se hace eco de una obra de Tolstoi Y la luz brilla entre las tinieblas, un drama inacabado por su autor, en el que en labios del propio Tolstoi se formulan estas palabras: “Pero yo no conozco el odio, no quiero conocerlo, tampoco uno dirigido
Sin conocimiento no hay virtud, o posibilidad diríamos hoy de actuar moralmente, porque –y seguimos con el Sócrates platónico- quien sabe lo que es el bien no puede, por voluntad propia, no quererlo y actuar en sentido contrario, ya que se siente eróticamente atraído y el bien constituye el único objeto posible de su voluntad
Desgasto el olor decrépito de las cosas con tan solo pensarlas y precipitar su desvanecimiento. Es un gesto, no de negación, sino de renovación que alienta el espacio vital que me resta. Absorbiendo, a plenitud, una claridad natural que quizás transpire mi epidermis para alumbrar esa caverna -nada socrática- de la que fui conscientemente prisionera.
La dialéctica es una forma de aprehender el mundo cuya tensión de contrarios nos zarandea de uno a otro sin síntesis posible. Así se aplica en el maniqueísmo occidental contra el Islam, o se usó en la oposición capitalismo-comunismo. La única, pero no fútil, objeción es que los padres griegos de la dialéctica nunca les





