Etiqueta: Lenguaje
Es muy difícil describir una emoción. El lenguaje no alcanza allí donde lo que se impone es una vivencia única. No obstante, disponemos de recursos como la metáfora, los símiles y otras formas de aproximarnos a lo que se resiste a ser, simplemente, dicho. Intentar, por ejemplo, expresar la tristeza, y lograr que quien lo
Es difícil escribir disociándose de la propia existencia. Como si uno se hallase trascendiéndose a sí mismo y observándose, ajeno al acontecer material. Tal vez sea deseable, ya que la distancia lograda permite templar lo observado, si es eso sobre lo que discernimos. Sin embargo, puede convertirse en una forma de negación que nos permita
Recupero un artículo publicado en el año 2016, por la actualidad y el paralelismo que hoy podemos establecer con la I.A. Cuando en el SV.a.c Sócrates expresó su temor, a través del mito egipcio de Toth*, de las posibles consecuencias negativas que podría traer consigo la universalización de la escritura, estaba ejerciendo, una vez más,
Decir el dolor es un acto de violenta desesperación; la necesidad impele a encapsular, delimitar y clarificar una amorfa masa de emociones que no se deja acotar, porque no puede ser jalonada. Este intento fallido acontece ante la inefabilidad angustiante. De aquí que, por ejemplo, Nietzsche se deslizara majestuosamente hacia la metáfora y el mito
Ocurre, a veces, que las emociones nos impelen a expulsar a borbotones palabras que expresen sentimientos, intensos y desbordantes. Sin embargo, paradójicamente, no disponemos de esas palabras y necesitamos crear surcos lingüísticos que nos aproximen a esa experiencia que no parece dejarse decir. Alguien se opondría argumentando que sin lenguaje no hay propiamente experiencia, al
No hay contradicción entre el lenguaje y el gesto, uno está sujeto al deber, el otro al querer, y como humanos mientras lo que deberíamos hacer pueda ser distinguido de lo que queremos hacer, el gesto espontáneo que brota de la voluntad oprimida será siempre el auténtico querer. ¡Qué vida más absurda la de aquel
El lenguaje no es un atuendo que se ha ajustado como un guante al pensamiento. Al ser simbólico es pensamiento y, en este sentido se pueden considerar dos aspectos de una misma realidad, por cuanto sin esa relación simbiótica ni uno ni el otro serían lo que son.[1] Esta constatación exige una reflexión sobre cómo
“(…) no hay ningún texto literario, ya sea un poema lírico o una novela policíaca, de ciencia ficción o romántica, que no contenga, manifiestos o encubiertos, unas coordenadas metafísicas, unos axiomas lógicos o unos rastros de epistemología. El hombre narra mundos posiblemente alternativos, a modo de contrapunto a esta realidad limitada, provinciana. Lo filosófico y
El uso del lenguaje para transmitir un determinado estado emocional es un reto ante el que la mayoría de escritores naufragan. Una única palabra resulta insuficiente, por ejemplo, para recrear la tristeza porque esta adquiere matices, intensidades, tonos y peculiaridades en cada individuo que la convierten simultáneamente en universal y encarecidamente particular, propia y singular.









