“Si la moral atiende exclusivamente a las acciones justas o injustas, y puede señalarse con exactitud los límites de su conducta a quien esté decidido a no cometer ninguna injusticia, la teoría del Estado, la teoría del Derecho, por el contrario, atiende únicamente a los padecimientos de la injusticia, y nunca se preocuparía de las
Etiqueta: Política
Ilustración creada por DALL-E
ÚLTIMA ENTREGA DE LA ENTREVISTA QUE ME REALIZÓ MARCOS REPRESA SOBRE LA FILOSOFÍA QUEER. Gracias por las visualizaciones!!!!
El cuidado de sí pasa necesariamente por el cuidado de los otros. Como seres fluyentes que interaccionamos y nos damos recíprocamente. Otra cuestión es qué es eso que nos damos. Esta cuestión fue indagada, entre otros, con profundidad por Pierre Hadot y Michel Foucault de una forma explícita inspirándose en ideas de la cultura griega.[1]
Decía Schopenhauer que “la significación moral de una acción sólo puede radicar en la relación con los otros: solo con respecto a ellos pueden tener valor moral o carácter reprobable (…)”. Es decir, “(…) la compasión es la única fuente de las acciones desinteresadas y por tanto como la verdadera base de la moralidad (…)
Si la Filosofía se ocupa de cuanto se refiere o relaciona con lo humano, al menos en estos tiempos que corren, la reflexión sobre la pobreza es una exigencia ineludible. Hay argumentos para urgir a los filósofos a ocuparse de esta lacra, la más persistente y devastadora de la humanidad. En primer lugar, cabe clarificar
“Si la moral atiende exclusivamente a las acciones justas o injustas, y puede señalarse con exactitud los límites de su conducta a quien esté decidido a no cometer ninguna injusticia, la teoría del Estado, la teoría del Derecho, por el contrario, atiende únicamente a los padecimientos de la injusticia, y nunca se preocuparía de las
Los actuales partidos «de izquierdas»[1] no parecen comprometerse a mucho en materia de principios democráticos. En vez de atenerse a los conceptos, se aferran a las «necesidades prácticas» requeridas por la actitud defensiva del poder. De este modo: (1) No tienen empacho en seguir patinando despreocupadamente por la pista de la «monarquía constitucional», título que
Nada me deja un regusto más agrio y amargo que el hecho de escuchar e intentar metabolizar las burdas palabras de esos individuos que, congregados en el supuesto parlamento del pueblo, se descentran de lo que es apremiante, vitalmente acuciante para los ciudadanos, y malbaratan el tiempo, que les hemos cedido remunerándolos, discutiendo sobre quién









