En la sociedad de la oferta y la demanda todo es alienable, es decir, intercambiable. Los ciudadanos hemos sido transformados en consumidores-clientes susceptibles de asumir el rol del intercambiador y de lo intercambiable. Esta constatación, que ya está expresada en términos más delimitados por Marx, se ha expandido a todos los ámbitos de lo existente
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Hay un cuerpo esférico sometido a una alta presión por uno de sus lados. Se achata, se minimiza y, en consecuencia, va expulsando todas las partículas que ocupan su superficie. Esas partículas huyen antes de ser volteadas al azar y lo intentan desplazándose a otras zonas de la esfera, pero ¿por dónde huir sin ser
Nos han arrojado al mundo sin poder ser consultados, ya que propiamente no éramos. Tardamos años en entender cómo funciona este entorno, a veces amoroso, otras áspero, agrio y peligroso. Y cuando hemos incorporado los mecanismos del sistema y hemos sido culturizados, nos acechan las preguntas de por qué, para qué. En definitiva nos cuestionamos
La infancia es una etapa de la vida mitificada. Entendida como la edad feliz en la que todo se olvida con premura, y de nada se tiene conciencia plena en el fondo.” A los niños todo se les pasa rápido y al cabo de un rato están como si nada, ni se acuerdan” oímos decir
La desconfianza es una actitud existencial básica de quien ha sido víctima de engaños, decepciones y manipulaciones desde la más tierna infancia. Consiste en un mecanismo de autoprotección que hace del individuo un vigía de sí mismo con relación a lo otro. Obviamente, estos individuos requieren de largo tiempo para constatar reiteradamente que el otro
Nos hallamos existiendo al adquirir autoconciencia. Es, entonces, cuando la existencia se vuelve problemática, tanto porque captamos el imperativo de adaptarnos para sobrevivir –a causa de impulsos ancestrales- como porque necesitamos dotarla de sentido, para que ese instinto de supervivencia no se diluya. Pero ¿es lícito presuponer y exigir la autoconservacion a quien no reclamó
El individuo que ha sido cosificado siempre, construye su identidad como objeto –nunca como sujeto- y por ello se siente disponible, sin límite alguno, para satisfacer las necesidades ajenas. Incapaz aquél, por su naturaleza de cosa, de concebir las propias.
La calcificación del alma, que se deshidrató de llanto oculto, puede aparecer como insensibilidad ante lo que acontece en un mundo satanizado. Lo opuesto, la fragilidad casi enfermiza ante la amenaza de seguir soportando semejante infierno.




