El Deseo, ya en la Grecia antigua y en la modernidad a partir de Kant especialmente, pasó a constituir un término que aludía a las pasiones irracionales que hierven en el cuerpo -que no es algo distinto de la denominada mente-[1] y que nos arrastran a hacer lo que no queremos. Es decir, se establecía
Etiqueta: objeto
“(…) Pero incluso los pensamientos, por muy etéreos que parezcan, requieren un punto de apoyo, pues de lo contrario giran y giran en torno a sí mismos, en un torbellino sin sentido; tampoco ellos soportan la nada (…)” Stefan Zweig, Novela de ajedrez, Ed. Acantilado, Barcelona 2001 Fue Parménides quien constató de forma explícita que
“(…) Pero incluso los pensamientos, por muy etéreos que parezcan, requieren un punto de apoyo, pues de lo contrario giran y giran en torno a sí mismos, en un torbellino sin sentido; tampoco ellos soportan la nada (…)” Stefan Zweig, Novela de ajedrez, Ed. Acantilado, Barcelona 2001 Fue Parménides quien constató de forma explícita que
“Cuando ya tienes todo lo que quieres, ¿qué quieres?” se pregunta al principio de Mojave, filme de William Monahan, el protagonista. Y es que, como ya postularon algunos filósofos, el hombre es voluntad. Esto significa que somos la potencia misma del querer, no su objeto; por ello, no podemos restar anegados en una nada absoluta
El individuo que ha sido cosificado siempre, construye su identidad como objeto –nunca como sujeto- y por ello se siente disponible, sin límite alguno, para satisfacer las necesidades ajenas. Incapaz aquél, por su naturaleza de cosa, de concebir las propias.