El azar es una marejada de sucesos que surcan nuestra existencia dejándola aparentemente descompuesta. Decía J. Monod, admitiendo que su conclusión fuese tal vez una utopía, que el hombre sabe al fin que está solo en la inmensidad indiferente del Universo de donde ha emergido el azar. Igual que su destino, su deber no está
Etiqueta: azar
Un mazo desplomándose despiadadamente sobre la testa, sin herirla ni desangrarla. Un impacto simbólico sobre la consciencia, que la remacha hasta la iniquidad, desarmándola, despojándola de toda artimaña de defensa, para dejarla inerme y a la intemperie. Un brazo invisible – ¿anónimo quizás? – que mangonea hábilmente esa clava para pulverizar, irreversiblemente, la posibilidad de
Una moneda liviana, lanzada galantemente al aire, marca el criterio para elegir entre dos alternativas, que como tales no pueden suceder simultáneamente. Semejante arbitrariedad o azar es asumida, sin oposición alguna, por los implicados en tan trascendente decisión. Tras el vuelo vertical impulsado por una mano neutral y su posterior caída, unos festejan la cara
Quien se siente destartalado se asemeja a una marioneta amarrada a hilos que se conjugan al azar, imposibilitando, ni tan siquiera como manipulación, la captación de una cadencia coherente que propicie una subjetiva sensación de estabilidad. Ante tal desajuste, lo que conforma al individuo deviene un montón de piezas sin lugar propio que acaba descuartizando
Vinimos a existir, como individuo singular, por un azar caprichoso, y hallándonos, sin voluntad propia, en esta ciénaga sombría nos exigimos subsistir por imperativo natural. Pero la conciencia, como una madrastra cínica, nos impele a que el existir sea vívido, con un sentido o propósito. De lo contrario, pocos podrán sustraerse de la succión pantanosa
Llegamos a la existencia por azar, habiendo podido a causa de nuestra contingencia no existir, sin más –otra combinación genética hubiera prosperado- Pero una vez que nos hallamos inmersos en la lucha, ya no por no morir -que también- sino por vivir con plenitud el tiempo de existencia, tal vez descubramos que haber nacido no
Tras el esfuerzo ímprobo de no ser como zutano, acabamos encarnando paradójicamente el papel de la triste figura que tiznan de loco o de carga insoportable. ¡Qué cínico el destino o qué azar tan desnaturalizado!
Si nada sucede en vano, todo tiene causa y fin. Nosotros títeres sin voluntad real. Si nada sucede por algo, su causa es el azar sin propósito. Nosotros libres en un cosmos inmenso que desconocemos, con voluntad saturada de querer e imposibilitada de actuar. Somos hormigas en una ciénaga ignorada.
Parece haberse desatado un tumulto de aconteceres destinados a desaparecerte. No cabe contemplar la subjetividad de que seas un pesimista vital o un fatalista, ya que se han elevado vallas puntiaguadas a tu alrededor que a base de asfixiarte diluyen tu existencia.
No hay lugar propio en el espacio, no hay pertenencia, ni justicia, solo azar que se nos antoja aprovechar o quedarnos reflexionando sobre su naturaleza. Desvelado este misterio actuamos con la premura de atrapar el instante benévolo y estrujar sus posibilidades, en prevención de envites desfavorables que puedan aflorar. Así la vida emula un