El diálogo es un acto en el que dos sujetos desarrollan o ejercitan el Logos. Este término griego hace referencia al uso de la palabra, del lenguaje como despliegue de la racionalidad –de ahí su oposición, cuestionable pero histórica, con el Mito- De tal forma que se produce una interacción, una afectación o cuestionamiento mutuo
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No hay palabras para engalanar el atardecer, ni frases que luzcan su íntima presencia; privados, como estamos, de un lenguaje capaz de medirse con lo real, vivimos en un mundo cercenado por su apariencia.
Quien cree someter el lenguaje a sus designios es, posiblemente, alguien mareado en un giro lingüístico.
Si no hubiese un algo inefable, el lenguaje y con él nuestro pensamiento agotarían en su estructura, toda naturaleza. Entendiendo que ni la experiencia perceptiva ni, más relevante, la racional avalan esta perspectiva arrogante, seguiremos balbuciendo aquello que con dificultad atisbamos, e ignorando todo lo otro.
Achacamos, en ocasiones, el fracaso de la comunicación a las dificultades en el uso del lenguaje, cuando siendo francos lo que yace es una distancia en los pensamientos que deseamos negar.
Descifrando desde la infancia el lenguaje por el que se accedía al mundo, y vosotros ajenos no me brindasteis palabra. Azorada por gritos discutidos de los que permanecía el eco tras la batalla, y vosotros ajenos no percibisteis mis lágrimas. Aterrorizada viendo la convicción con la que se apoyaba en la ventana, y tú, sin
Somos prisioneros de la plasticidad de las palabras, ya que el acto de expresar y matizar la experiencia queda circunscrito al ámbito lingüístico, que nunca nos satisface plenamente. De ahí, que retornemos con ahínco intuyendo que poseemos combinaciones más elásticas y luminosas, aunque al termino de los fragmentos, sintamos ese regusto ácido de no poder
Mediante el lenguaje se establece el entramado del discurso políticamente correcto, representando el pensar dominante sobre la naturaleza de las cosas. De ahí emana la opinión pública sobre lo que es lícito o no decir, respecto de lo que debe elevarse una llamarada popular, también en las redes sociales, o lo que se asienta amablemente
Hay un spot publicitario en el que aparece un individuo cuestionándose –lo cual ya es para quedarse perplejo- por qué a una bebida la denominamos así, si aún no está bebida. La pregunta remite a los usos y al sentido del lenguaje, y es aparentemente tan simple pero a su vez tan lógica que sería
Retamos al silencio a que se rompa, como si fuese un ente propio que nos juzga, para que nos revele lo inefable, evidencia de nuestra parca lingüística.