La eclosión, siempre abrupta y repentina, de sentimientos encontrados, que, además, no se ajustan a los patrones morales interiorizados, desata perturbaciones y culpa. Lejos de doblegarse a esos efectos inmediatos, el sujeto debería –por su bien- indagar las raíces de esas emociones para su auto-comprensión y, más importante, su trato justo. Porque sentimos sin
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La mala conciencia exige reparar el daño infringido, porque con voluntad o sin ella, a veces, arrasamos los resortes que permiten a otros vivir.
Llegamos a la existencia por azar, habiendo podido a causa de nuestra contingencia no existir, sin más –otra combinación genética hubiera prosperado- Pero una vez que nos hallamos inmersos en la lucha, ya no por no morir -que también- sino por vivir con plenitud el tiempo de existencia, tal vez descubramos que haber nacido no
Es una labor artesanal saber manifestar al otro las necesidades propias sin caer en el reproche que culpabiliza; esa fina aguja discreta que sin ser detectada va penetrando espacios hasta culminar en una reprobación dañina. Para tal efecto, mejor el silencio de quien tal vez se lamenta por exigencia excesiva.
La culpa se asemeja a esas personas que, tras una aparente ingenuidad benigna, van lanzándote puyas como quien no se apercibe de lo puntiaguda de la palabra proferida.
Acusados de delito o no, a todos nos pertenece la culpa –a unos mucho y a otros menos- del martirio proferido al humano, que expoliado de cualquier atisbo de dignidad se consume de hambre, miseria y atrocidad. Cierto que no todos cargan con la culpa, pues ahí se halla el grado de conciencia moral y
De la culpa solo obtenemos angustia dolorosa, incluso sin ser responsables de nada. De ahí la urgencia de la honradez, ya que quien así vive puede sentirse exculpado y liberado del veneno demoniaco que otros pretenden inocular en él.
La ira es un torbellino desbravado imposible de refrenar cuando el daño reavivado sangra impotente. Tras la ira, la culpa por equivocar el objeto de evacuación. Y así, ese ciclo redivivo oscilando de la rabia destructora al temblor.
Manchester by the Sea Año 2016 Duración 135 min. País Estados Unidos Director Kenneth Lonergan Guion Kenneth Lonergan Música Lesley Barber Fotografía Jody Lee Lipes Reparto: Casey Affleck, Michelle Williams, Kyle Chandler, Lucas Hedges, Tate Donovan, Erica McDermott, Matthew Broderick, Gretchen Mol, Kara Hayward, Susan Pourfar, Christian J. Mallen, Frankie Imbergamo, Shawn
No actuar es inhibirse de interferir en lo que sucede, por voluntad propia. Es por tanto, una decisión que acarrea consecuencias de las que somos tan responsables como si hubiéramos actuado. Por ello cuando asumimos el rol de observador ante un hecho de maltrato o de injusticia flagrante, nuestra no intervención no nos exime de